Como una máquina de autoventa

Mi amigo me explicó que ser constante porque con la oración –me explicó– no pasa como con las máquinas de autoventa: con una moneda (una estampa) sale un producto (un favor). Pero se "equivocó".

Hacía más de siete meses que me habían anunciado un cambio de proyecto dentro de mi empresa con el que ganaría notablemente en todo: contenido del trabajo, localización, etc. Pero pasaba el tiempo sin más noticias y había perdido la esperanza.

Un día, tomando una cerveza con un amigo, me sugirió que rezara la estampa de Álvaro de Portillo. Él también lo haría, aunque me advirtió que no bastaba con rezarla y pensar que al día siguiente se solucionaría todo. Había que ser constante porque con la oración –me explicó– no pasa como con las máquinas de autoventa: con una moneda (una estampa) sale un producto (un favor).

Al día siguiente de esa conversación -solo me dio tiempo de rezar una estampa- me confirmaron el cambio de proyecto.

Por supuesto, llamé a mi amigo y le afeé su escepticismo.

Para enviar el relato de un favor recibido.

Para enviar un donativo.