El Opus Dei a 5,895 metros de altura

La amistad, la generosidad y la fuerza de voluntad son virtudes esenciales de un alpinista. Así lo explica Jean Guerrero, supernumerario regiomontano que se ha aventurado a montañas como el Kilimanjaro y el Aconcagua.

¿Cómo vives el apostolado en ese entorno de montaña?

El apostolado es algo que se presta para vivir durante una excursión. Hay excursiones que duran mucho tiempo, incluso meses, durante el cual hay mucha relación con los compañeros montañistas, en especial durante las bajadas porque tienes aire y no vas tan cansado; de subida vas más metido en ti mismo, entonces puedes rezar y platicar con Dios. Platicas muchas cosas con los compañeros; temas que traes en la cabeza: familia, amistades, preocupaciones, alegrías. También hablas de Dios, porque además de en la mente, lo llevas en el corazón. Y siguiendo el consejo de santa Mónica –o que una vez le dieron- también le platicas a Dios de tus amigos. Definitivamente la montaña sirve para crecer en amistad.

Y también ofreces cada paso que das. Cuando voy a hacer una excursión larga, hago una lista de amigos, conocidos e intenciones, y divido el recorrido en distintos tramos para ir ofreciéndolos por determinadas cosas.

¿Qué nos dices de la amistad a raíz de tu experiencia en la montaña y con tu familia?

Amistad es querer el bien del otro, independientemente del tuyo. En el caso de la familia, hay muchas ocasiones en las que tienes que ceder al gusto de tu esposa o de tus hijos. Es una de las maneras en las que sales de ti mismo. Es un reto que tenemos todos los días. La montaña también te da muchas ocasiones de ceder, en especial en tus intenciones, como qué montaña subir, qué ruta tomar, esperar a alguien que quizá va más cansado, o que te esperen a ti. He tenido muy buenos amigos de montaña, de los que he aprendido muchísimo. La montaña es una escuela de virtudes: tienes que levantarte temprano, vencerte a ti mismo, ser generoso… terminas enreciando la voluntad.

¿Has tenido alguna situación extrema durante algún ascenso?

Hago montaña desde los 10 años, entonces me ha tocado pasar por varias situaciones de crisis: desde que se enferma algún compañero, hasta accidentes más delicados en los que se tiene que usar un helicóptero. Durante una excursión en el Mont Blanc, debido al mal tiempo, nos tuvimos que quedar por más de 24 horas en un refugio que está a gran altitud esperando que mejorara el clima para regresar al campamento base. En esa ocasión hice cordada con un israelí y con un inglés. Afortunadamente pudimos regresar, pero no sin antes habernos caído en una grieta y rezar bastante para que las cosas cambiaran.

¿A qué otros lugares has ido a escalar?

Ahora, por tiempo, ya es más difícil. Los sábados mis hijos tienen partidos, y los domingos son familiares, entonces es complicado. Pero cuando tengo que viajar solo a un sitio, pues “agarro monte”: alguna vez que estuve en Pamplona me fui a los Pirineos, una vez que estuve cerquita de los Alpes fui a escalar ahí. También fui a África y subí el Kilimanjaro… Subo donde puedo. Me ha tocado conocer montañas de distintos lugares y la más alta donde hice cumbre, hasta ahora, ha sido la del Kilimanjaro.