Enamórate y no le dejarás

La fidelidad en el matrimonio no consiste en renuncia, sino en elección, en enamorarse cada día más. Así lo explica Javier Vidal-Quadras, experto en temas de familia y casado desde hace 31 años.

¿Cómo ha influido el Opus Dei en tu trabajo a favor de la familia?

Ha influido mucho, naturalmente. La primera influencia es de tipo práctico porque la vida del Opus Dei es realmente vida de familia, y esto lo percibes en seguida: se nota en los detalles de atención, sea en un centro de la Obra o en una familia.

Y san Josemaría tenía, respecto a la familia, una forme de expresarse muy gráfica, que incluso ahora llama la atención, como, por ejemplo, hablar del lecho conyugal como el altar del matrimonio. Incluso ahora puede parecer extraño porque todavía puede haber hay una visión no lo suficientemente atractiva de la relación íntima en el matrimonio. Es un tema muy delicado y san Josemaría da ideas muy claras, muy nítidas y muy fáciles de explicar.

Recuerdo que en una reunión explicaba a los supernumerarios que la diferencia entre él y una persona casada, en relación con la fidelidad y el amor, era muy poca, y decía: “yo he renunciado a todas las mujeres, y vosotros habéis renunciado a todas menos una”. Era una manera muy franca y muy clara de transmitir lo que después explicaba sobre la fidelidad, que no consiste en esa renuncia, sino en la elección, en el enamoramiento. El último punto de Camino, dice: “¿Que cuál es el secreto de la perseverancia? El Amor. -Enamórate, y no ‘le’ dejarás”. San Josemaría está hablando del amor a Dios pero pienso que en el matrimonio es exactamente igual: la fidelidad se trabaja con actos positivos, no negativos; no se trata de evitar, se trata de enamorarse cada día más.

“Yo he renunciado a todas las mujeres, y vosotros habéis renunciado a todas menos una”.

Y creo que la otra expresión del fundador de la Obra que es muy gráfica y muy representativa de su pensamiento es la de “hogares luminosos y alegres”. Pienso que es una asignatura siempre actual para los esposos, y se traduce en mostrar la cara amable y atractiva del matrimonio.

A veces las palabras como “amor”, “enamorarse”, empiezan a perder su sentido porque se tergiversan, y se usan en contrario, inclusive, de la renuncia, de la entrega, del esperar…¿cómo se hace esta recuperación del sentido original de las palabras al hablar de temas de familia?

Es una tarea difícil y es un reto. Hay que quitarse complejos, hay que salir a hablar tranquilamente y a mostrarse. Creo que a veces hemos tenido un pudor erróneo. Todo este embate contra la familia, contra el matrimonio, contra el amor para siempre, tomó a contrapié a todos los que tenían una concepción antropológica determinada del matrimonio y de la familia. Pero ha habido una reacción muy potente, hay muchos escritos, muchos estudios, investigaciones… esto hay que hacerlo cultura. Recuperarlo no es fácil, a veces es más fácil actualizarlo.

¡Nadie se puede imaginar a un hincha del Barcelona “rehaciendo” su vida con el Real Madrid!

También es verdad que tenemos que ir encontrando nuevas formas de explicar las mismas realidades, porque si no, es que simplemente no te entienden. En un curso de amor matrimonial tú no puedes hablar de “indisolubilidad del matrimonio porque la mitad del auditorio no te entiende. Conviene, entonces, usar ejemplos más próximos que muestren que el amor para siempre sí existe: los padres aman a sus hijos para siempre; los nietos aman a sus abuelos; muchos matrimonios se aman para siempre; y un hincha de futbol ama para siempre a su equipo, ¡nadie se puede imaginar a un hincha del Barcelona “rehaciendo” su vida con el Real Madrid! A veces, mensajes así, gráficos, llegan mucho más.