Historias mexicanas de la beatificación: “Don Álvaro fue, es y será un ejemplo a seguir”

Teresa Meraz pudo visitar Fátima en el marco de la beatificación. Para ella, lo vivido a finales de septiembre implicó crecer en la fe y mejorar su vida de oración.

Llegué a la beatificación a base de muchos esfuerzos y sacrificios. Antes de arribar a Madrid, mi grupo hizo una parada en Portugal, donde pude prepararme para el gran acontecimiento del 27 de septiembre. Lo que más me impactó fue Fátima, un lugar lleno de gracia y fe, donde pudimos rezar y conocer la historia del lugar.

En España nos hospedamos en Torrelaguna, un pueblo a hora y media de Madrid, en un convento de las Carmelitas, quienes nos recibieron de una manera muy amable. El día de la beatificación tuvimos que madrugar, pero como esperábamos con ansias acudir a la ceremonia, salimos con los mejores ánimos del mundo, y muy presentables nos dirigimos a Valdebebas. Eran las 8 am y ya había gente bajándose de los camiones, a pesar de que la misa comenzaba al mediodía.

Algo impresionante es ver gente de todos lados del mundo caminando por todo Madrid, es increíble como una persona puede mover tantos corazones y tantas almas. Siempre he tratado de estar cerca de Dios, pero nunca había conocido a una persona tan dispuesta a entregar su vida por los demás y a realizar lo que Dios le pidiera.

Sin duda, don Álvaro fue, es y será un ejemplo a seguir, no solamente para las personas de la Obra, sino para todo el mundo.

Durante nuestra estancia en la capital española pudimos visitar distintos lugares significativos en la vida de San Josemaría, como la Iglesia de Santa Isabel y la iglesia donde ofició misa en Madrid por primera vez.

La beatificación significó para mi dar un paso en mi fe, es decir que me ayudó a no dudar sobre dónde me quiere Dios. Además, significó conocer más la Obra y a sus fieles, a san Josemaría y al nuevo beato Álvaro del Portillo. También me ayudó a rezar más.

Le doy gracias a las personas estar ahí y sobre que me permitieron todo a Dios.