Juan Pablo II, Álvaro del Portillo y la Prelatura personal: 31 aniversario

El 28 de noviembre de 1982, Juan Pablo II erigió el Opus Dei en prelatura personal. Javier Medina Bayo, en este extracto de “Álvaro del Portillo, un hombre fiel”, nos relata cómo se vivió esa noticia en Roma y qué acciones emprendió el sucesor de San Josemaría para agradecer a Dios la solución jurídica.

Por fin, el 26 de noviembre, el Cardenal Baggio comunicó a don Álvaro que el Papa había creado la prelatura personal del Opus Dei y le había nombrado Prelado. La noticia estaba bajo embargo hasta el mediodía del 27. Esa tarde, pero con fecha 28 de noviembre de 1982, la publicó L’Osservatore Romano . El clamor de oración y de penitencia, perseverante a lo largo de tantos años, había conseguido lo que en muchos momentos parecía imposible.

Una vez cesada la reserva, el Prelado transmitió la información a sus hijas e hijos de Roma, junto al sagrario, siguiendo la tradición de san Josemaría. A sus hijas, reunidas en el oratorio de los Santos Apóstoles, en Villa Tevere, poco después de las 12, les dijo, entre otras cosas: “Dios Nuestro Señor ha oído tanta oración, ha acogido tanto sacrificio por la intención especial de nuestro Padre, y ha puesto la última piedra. No la hemos puesto nosotros: es el Señor quien ha hecho todo. Si hemos perseverado rezando, es porque Él nos ha ayudado. La Iglesia ha reconocido por fin, que somos lo que hemos de ser siempre y lo que realmente éramos desde el mismo momento de la fundación de la Obra: una porción del Pueblo de Dios, hombres y mujeres, jóvenes y menos jóvenes, casados y solteros, sacerdotes y seglares, personas de todas las condiciones, que forman una prelatura personal dirigida por el Padre, que desde este momento es el Prelado. Ya podéis rezar por mí, para que sea fiel, para que sea como nuestro Fundador quería que fuese siempre el Padre en la Obra.

En su agradecimiento, ocupaba un lugar principal el Papa Juan Pablo II. Inmediatamente, le escribió: “Gracias, Santo Padre, porque de este modo ha hecho más seguro nuestro camino hacia la santidad y nuestro servicio a la Iglesia Universal y a las Iglesias locales y a sus Pastores. Trataremos de pagar esta deuda de gratitud con aún más abundantes oraciones por Vuestra Persona; y lo mismo harán, a través de los tiempos, todas las almas que el Señor envíe a su Opus Dei.

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Al día siguiente, en los centros del Opus Dei empezó un solemne triduo de acción de gracias, con Misas y bendiciones eucarísticas solemnes. Como se puede imaginar, el ambiente en todas partes era de alegría, con una profunda gratitud al Señor y también a don Álvaro por su trabajo de tantos años, aunque nunca dejó que se le dieran las gracias. “No lo consideró como un éxito suyo –afirma Mons. Joaquín Alonso-. Siempre nos comentó que  se debía a la oración, al trabajo y a la intercesión del Fundador, a la oración de tantas personas y a cómo el Santo Padre había entendido todo”.

Escribió una carta pastoral a los fieles de la Prelatura, convocándolos a un año de acción de gracias, en el que la Virgen Santísima seguiría teniendo un lugar central. “Deseo que, durante todo lo que queda de este año 1982 hasta el 31 de diciembre de 1983 –un año de acción de gracias, para nosotros- mis hijos sacerdotes y seglares, con entera libertad y siempre que les sea posible, ofrezcan la Santa Misa y la Comunión, el Rosario, el trabajo y las mortificaciones, en agradecimiento por tantos beneficios que la Bondad de Dios nos ha otorgado. (…) Con este mismo espíritu de gratitud haréis, al menos tres romerías a Santuarios de Nuestra Señor. La Primera la habréis realizado ya, al leer esta carta. Os recuerdo que otra, si es posible, la hagáis durante los días en que este pobre hombre, ahora vuestro Padre, se encuentre en México; pues es mi intención ir a postrarme a los pies de la Virgen de Guadalupe en hacimiento de gracias, porque escuchó la oración filial de nuestro Fundador en el viaje romero de mayo de 1970. Os encarezco que, en esas romerías, os unáis de una manera muy particular a mis intenciones”.

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Con ocasión de ese evento, don Álvaro concedió entrevistas a diarios y revistas de varios países, para explicar la figura jurídica de la prelatura personal. Enseguida comenzó una larga serie de peregrinaciones marianas de agradecimiento por Europa y América, entre las que sobresale la realizada en abril de 1983 al santuario de la Virgen de Guadalupe, en México (…).

Pero faltaba todavía el “punto final”; es decir, la promulgación y publicación de la Constitución apostólica correspondiente, en forma de Bula (…).