La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, en México

Una ayuda invaluable para buscar la santidad en el ejercicio del ministerio sacerdotal

Hacia 1985, un prominente sacerdote de la diócesis de Toluca comenzó a asistir regularmente a un Círculo de Formación Sacerdotal y al Retiro Mensual que organizábamos en la capilla de la Hacienda de San Miguel, cercana a la Ciudad de Toluca. Viendo su interés y aprovechamiento, su amigo del Opus Dei lo invitó a incorporarse a la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Sin pensarlo dos veces, respondió que NO, pues no veía la necesidad de ello, ya que todo lo que se recordaba en esos ratos de oración y estudio, él ya lo hacía desde muchos años antes: celebraba la Santa Misa con piedad, hacía oración personal ante el Sagrario, rezaba el Oficio divino, se confesaba y atendía en confesión a muchas personas, amaba a la Iglesia, a la Santísima Virgen María, al Papa, a su diócesis, a su Obispo y a los demás sacerdotes… Respetamos su decisión y nuestra amistad continuó creciendo… Para nuestra sorpresa, pocos meses después, volvió por su propia iniciativa a pedir ser admitido en la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz; lógicamente, su amigo le preguntó qué le había llevado a cambiar su decisión. Y le respondió: he comprobado que esta Sociedad Sacerdotal no me pide nada distinto a lo que ya hacía antes, pero me ayuda mucho a cumplir mejor las obligaciones que ya tenía desde mi ordenación sacerdotal, y que no cumplía del todo bien. Esta anécdota refleja de modo sencillo y a la vez claro la ayuda que la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz presta desde 1950 a innumerables sacerdotes en México, el país desde donde Santa María de Guadalupe brinda su protección maternal a toda América y al mundo entero.

La amistad supera todos los obstáculos

Siempre que se inicia una labor apostólica, se cuenta con muy pocos recursos materiales, pero la amistad con Dios y con los demás suple esas carencias. Los primeros sacerdotes del Opus Dei llegados a estas tierras mexicanas pronto iniciaron amistad con sacerdotes de muchas de las casi noventa diócesis que hay en el país. Como fruto de esa amistad sacerdotal, fueron invitados a impartir ejercicios espirituales, conferencias, dirección espiritual y clases a sacerdotes y seminaristas.

A la vuelta de los años, han venido los frutos: actualmente hay socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz en las arquidiócesis de México, Guadalajara, Monterrey, Chihuahua y Tlalnepantla; y en las diócesis de Culiacán, Toluca, Netzahualcóyotl, Chilpancingo-Chilapa, Celaya, Aguascalientes, Tula y Zacatecas.

Además, los sacerdotes de la Obra han colaborado gustosamente en las arquidiócesis de Acapulco, Hermosillo y Puebla; y en las diócesis de Apatzingán, Atlacomulco, Cuautitlán, Cuernavaca, Ecatepec, Huajuapan de León, Tamaulipas, Tehuantepec, Teotihuacán, Texcoco, Tlaxcala y Valle de Chalco.

Frutos institucionales de la amistad

Con el propósito de dar mayor consistencia y trascendencia a nuestra amistad sacerdotal, a finales de los años 70 surgió en la Ciudad de México Encuentros sacerdotales. Durante tres décadas trabajamos en la Parroquia de la Santa Vera Cruz, que nos encomendó el Arzobispo de México. Y al inicio del presente milenio, gracias a la generosa ayuda de muchas personas, pudimos disponer de una hermosa casa destinada a la atención de sacerdotes. El oratorio, presidido por la imagen de Santa María de Guadalupe y la de San Josemaría Escrivá, brinda un entrañable clima de piedad, la confortable sala de estar, el jardín y una fuente cercana al comedor crean un grato ambiente de familia y la sala de estudio nos ayuda a velar por nuestra formación doctrinal. Todos los días de la semana, especialmente los miércoles, numerosos sacerdotes acuden a disfrutar de esta lograda fraternidad sacerdotal.

Otro sabroso fruto de nuestra amistad son los Cursos de Retiro y las Convivencias organizadas en las ex–haciendas de Montefalco, Toshi y Mimiahuapan, especialmente en los tiempos de Pascua y Navidad.

Además, en otras ciudades han surgido iniciativas semejantes: el Ateneo sacerdotal en Guadalajara y el Foro sacerdotal en Monterrey

La formación teológica

A mediados de los años 80, el Prelado del Opus Dei, el Venerable Siervo de Dios Álvaro del Portillo, nos animó a quienes participábamos de las actividades organizadas por Encuentros Sacerdotales, a organizar alguna actividad que, en el terreno doctrinal, beneficiara a muchos más sacerdotes.

Así nació el Curso Internacional de Actualización Teológica: una semana de clases impartidas por profesores de la Universidad de Navarra y de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. Casi todos los años se han celebrado los CIAT en la Casa de la Conferencia Episcopal Mexicana, que cuenta con unas magníficas instalaciones, que han permitido celebrar estos eventos académicos exitosamente. El CIAT se ha celebrado ininterrumpidamente a lo largo de 25 años y han acudido a él ya más de mil sacerdotes, de todas las diócesis mexicanas y de otros países: Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, El Salvador, Guatemala, Perú, Puerto Rico, y los Estados Unidos de América.

Las vocaciones sacerdotales

Una de las más acuciantes preocupaciones de todo sacerdote es la promoción de nuevas vocaciones sacerdotales, tan necesarias en toda la Iglesia.

Todos los que participamos en Encuentros Sacerdotales e innumerables amigos tenemos viva esa inquietud. Ello ha llevado, hace pocos años, a crear FORSA (formación sacerdotal), institución que ha permitido ayudar a consolidar numerosas vocaciones sacerdotales para las diócesis mexicanas.

Pedimos a Dios que los frutos recibidos de Él en los primeros sesenta años de esta labor, sean mucho más abundantes en los años venideros.

Presbítero Dr. Rubén Rodríguez Balderas