Meyalli, un manantial de alegría

Los muros de adobe del casco de la ex hacienda Sta. Catarina, en el Estado de México, algo saben de revolución. Conocieron aquélla de 1910, sembrada de odio y balazos. Y ahora ven otra: alegre, luminosa y, por eso, más profunda. Otra revolución.

En medio del Valle de Chalco —en la comunidad de Ixtapaluca— el Colegio Meyalli cobija a 700 alumnas que cursan desde preescolar hasta secundaria, cuya educación corre a cargo de unas 45 personas (algunas de ellas, fieles del Opus Dei). Su objetivo: incidir integralmente en una comunidad de muy escasos recursos económicos (el 80% de los padres de familia de estas niñas tienen un sueldo mensual que va de 2 mil a 7 mil pesos). ¿Cómo? Tocando el corazón de personas e instituciones para unir esfuerzos y proporcionar a cada una de las alumnas una educación integral de calidad y, en consecuencia, un futuro mejor.

Irma Madrid Cruz, la primera directora, nos cuenta sobre los inicios de esta revolución que empezó con unos muros en ruinas, un trabajo agotador y montones de esperanza. «Me invitaron en 1990 para empezar la labor de preescolar. Pensé que ya se contaba con algo, pero no, no había absolutamente nada: todo era terreno de siembra y el medio casco de una hacienda derruida. Fui a buscar un fotógrafo porque necesitaba una foto para iniciar la incorporación de la escuela. Recorrí todo a pie, tocando puertas y en una hoja de papel escribí Preescolar inicia en octubre, porque ya había empezado el ciclo escolar. El fotógrafo preguntó: “¿Va a haber clases? ¿Dónde?”. “Aquí, habrá un saloncito”, le dije mientras señalaba una estancia del casco que habíamos pintado con cal. Y ahí empezamos. El fotógrafo trajo a sus niñas. Y entre los mismos papás se fue transmitiendo que se abría una escuelita. Desde entonces ésa ha sido la promoción: nunca hemos puesto ningún anuncio; han sido las propias recomendaciones de los padres de familia. 

Yo estaba angustiadísima, pero las mamás dijeron: “Maestra, no se preocupe, orita lo arreglamos”.

»Iniciamos las clases el 7 de octubre de 1991 con un grupo de 35 niños de cinco años. Me habían prometido las personas del patronato que tendría algo de mobiliario, pero el primer día de clases hubo un problema y ¡no había ni sillas! Nada. Yo estaba angustiadísima, pero las mamás dijeron: “Maestra, no se preocupe, orita lo arreglamos”. Y cada una fue por banquitos, tabiques, lo que pudieron, porque era gente muy, muy pobre. Así comenzó el primer curso de preescolar. Fue tan buena experiencia que ese año escolar ya teníamos dos grupos de preescolar y así ha ido creciendo. El próximo año empezaremos la prepa vía Internet, para seguir preparando a las niñas, gracias al apoyo del Tec de Monterrey.

»El colegio ha ayudado a la comunidad de muchos modos. Empezamos con hábitos de limpieza, porque casi no había agua y los niños venían sucios, muy mal. Hemos vivido valores desde un principio y la comunidad los ha ido asimilando. Por ejemplo, las mamás nos decían “Traigo a mi niña porque aquí sí estudia, no pierden el tiempo, aprenden, les enseñan cosas buenas que nos sirven mucho en la familia”. Además, aunque estuviéramos muy cerca del D.F., aquí la gente como que no le daba mucha importancia a la educación de las niñas: se privilegiaba a los niños; con este cambio de visión, las niñas tienen oportunidades antes impensables para ellas. A los sitios a los que llegan, de estudio o trabajo, ellas se distinguen por su formación académica y personal».

El Colegio Meyalli es una iniciativa de EDUCAR, A.C., institución que nació de la inquietud de un pequeño grupo de profesionales que conocían las enseñanzas de san Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, y respondieron al urgente llamado del Papa Juan Pablo II durante su visita a Chalco en 1990: “No podemos vivir y dormir tranquilos mientras miles de hermanos nuestros, muy cerca de nosotros, carecen de lo más indispensable para llevar una vida humana digna”. 

Así, la gente que trabaja en Meyalli ha logrado una notable transformación en cada persona de su comunidad porque han seguido fieles a lo suyo: santificar lo pequeño y lo grande, la labor y el estudio; realizar, con perfección amorosa, la tarea que a cada quien toca. 

En náhuatl, Meyalli significa manantial. Y es impresionante el gozo con que éste fluye, al grado que resulta imposible recorrer este colegio sin sentirse íntimamente empapado de la alegría de estas niñas. Otra revolución. De verdad: otra.