Misa del 17 de junio por fiesta de san Josemaría en la Basílica de Guadalupe

El 17 de junio el padre Ricardo Furber, vicario Regional para México, presidió una misa en honor de San Josemaría en la Basílica de Guadalupe con motivo de su fiesta

Desde hace muchos años, la Basílica de Guadalupe es un lugar al que acuden muchas personas con ocasión de la fiesta litúrgica de San Josemaría. Es lógico que quieran acudir a celebrar al santo precisamente en el lugar al que vino a rezar en 1970 para dejar sus intenciones en manos de la virgen.

Aunque la fiesta se celebra el día 26 de junio, este año se prefirió adelantar la fecha para facilitar la asistencia de muchas familias que aprovechan el sábado para ir con calma al Tepeyac y disfrutar de un día de convivencia familiar.

“Hemos de ser santos —os lo diré con una frase castiza de mi tierra— sin que nos falte un pelo: cristianos de veras, auténticos, canonizables; y si no, habremos fracasado como discípulos del único Maestro.”

Tan pronto como terminó la misa de diez de la mañana, el interior de la Basílica se fue llenando. Los asistentes, provenientes de diversas ciudades de México, fueron ocupando sus lugares en el interior de la iglesia. Algunos llegaron solos, otros acompañados de sus familias o amigos. La misa comenzó a las once de la mañana mientras el coro del Colegio Cedros entonaba los primeros cánticos de entrada.

Durante la homilía, el padre Furber hizo un breve recuento de la vida de san Josemaría, haciendo énfasis en la entrega incondicional que hizo a Dios y que luego sirvió para que Él le revelara que su misión era recordarle a todos los bautizados que están llamados a ser santos:

“Hemos de ser santos —os lo diré con una frase castiza de mi tierra— sin que nos falte un pelo: cristianos de veras, auténticos, canonizables; y si no, habremos fracasado como discípulos del único Maestro.” [1]

También recordó algunos fragmentos de la reciente carta escrita por el Prelado del Opus Dei Mons. Fernando Ocáriz, haciendo referencia a que lo que hace falta en el mundo actual son testimonios creíbles. “Tu y yo tenemos esa tarea, recordaba san Josemaría: <<tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien.[2]>>”

Para finalizar su homilía, el vicario regional, hizo hincapié en cómo la familia es el primer ambiente en donde los individuos se pueden santificar todos los días. “Esos son los testimonios que Dios quiere suscitar hoy por hoy en ti y en mí, para arrastrar a la gente hacia Él, para convencer a aquellos que nos rodean que se puede vivir cerca de Dios. Es más, que la felicidad a la que estamos llamados, solo la conseguimos estando cerca de Dios.”

El Fundador del Opus Dei vino a México el 15 de mayo de 1970 con el propósito de rezar a la Virgen y visitar a sus hijos mexicanos. A partir del 16 de mayo y durante nueve días acudió a la antigua basílica para hacer una novena a la Virgen y pedir por la Iglesia y por la solución jurídica del Opus Dei: "He venido a ver a la Virgen de Guadalupe, y de paso a veros a vosotros", anunció a sus hijos en los primeros saludos nada más bajar del avión que lo trajo de Madrid.

San Josemaría Escrivá de Balaguer fue beatificado por San Juan Pablo II en 1992 y canonizado el 6 de octubre de 2002 en la Plaza de San Pedro. Actualmente la Prelatura cuenta con noventa mil fieles en todo el mundo y muchos miles más que se encomiendan al “santo de lo ordinario” todos los días.


[1]Amigos de Dios, la grandeza de la vida corriente, punto 5

[2]Surco 864