Nada nos pertenece

La Universidad Panamericana de Aguascalientes sirve como escenario de muchas historias. Rocío es protagonista de algunos relatos ordinarios que en realidad están llenos de espíritu sobrenatural, como la llegada de su hijo.

Rocío, ¿cómo llegaste a la UP?

Llegué cuando tenía 19 años a trabajar como asistente en el área de capellanía. Ése fue mi primer trabajo, sin embargo, no se me quitó de la mente la posibilidad de seguir estudiando. Después de cinco años, pude cursar la carrera de pedagogía. Seguí con mi trabajo porque me gustaba mucho y no quería dejarlo. Después de terminar la licenciatura, empecé a dedicarme a otras cosas en la universidad, y luego hice una maestría. Todo estaba muy bien armado y las cosas se iban dando como quería.

¿Qué cosa especial tiene esta universidad? ¿Cómo lo explicas?

Es muy difícil, pero quizá se explica viviéndolo. Cuando llegué,descubrí al Opus Dei y la fórmula perfecta: puedes ser santo en lo que haces. Eso lo descubrí aquí. Lo diferente es precisamente ese espíritu que va impregnando a todos. Es algo difícil de explicar. Llevo quince años de trayectoria y la verdad es que no me veo cambiando de trabajo. Estoy aquí porque me gusta.

¿Por qué te interesó la pedagogía?

Me gusta estar con las personas y prevenir problemas sociales. Además, la educación es la base de muchas cosas. Toda la vida fui scout, entonces entiendo lo que significa darse y que el tiempo no es propio, sino de Dios. Las cosas que haces las debes compartir. Y la pedagogía encajaba perfectamente en lo que había vivido de niña y de adolescente. En realidad, nada nos pertenece: el trabajo, el tiempo, e incluso lo que ganamos con el trabajo como el prestigio, el dinero, etcétera- hay que compartirlo, porque todo es de Dios.

Llegaste a la UP cuando tenías 19 años, ¿aquí te casaste?

Sí, ya trabajaba aquí cuando me casé, pero a mi marido lo conocí en las actividades de los scouts. Él está cerca del Opus Dei porque todo va de la mano: se acerca toda la familia cuando a uno lo ven tan convencido. Yo estoy muy contenta por estar cerca de la Obra.

Platícanos de tu chamaco.

Pues ya llevábamos varios años de casados y el chamaco no llegaba. Intentamos con varios medios médicos, pero no había mucho qué hacer porque todo estaba bien. Entonces, en diciembre, en la Novena a la Inmaculada Concepción, le pedí mucho a la Virgen. En enero ya teníamos la noticia de que íbamos a ser papás. Fue un poco complicado porque yo tenía una enfermedad propia del embarazo, y el niño nació de 31 semanas. La solución estaba ahí, en manos de la Virgen quien, como siempre, nos da más de lo que pedimos: llegó el niño, llegó la aprobación de mis estudios de maestría, llegó la vocación al Opus Dei…

Esta imagen de la Virgen fue un regalo que Mons. Echevarría hizo a la UP Aguascalientes en 2009, durante su más reciente visita a México.

¿Cuáles son tus recuerdos de la visita de Mons. Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, a la UP Aguascalientes?

Nos dio mucho gusto. Yo pensaba que sólo lo iba a ver de lejos, pero un día me dijeron que iba a estar en la biblioteca para recibirlo. Agradecí mucho el estar en primera fila. Me pareció que aunque el Padre espera que en las labores corporativas se viva el espíritu de la Obra, realmente se sorprende al comprobar que es así. Y también me dio la impresión de recibir a toda la Obra con su llegada; es como estar todos unidos, recibir, con él, a todos los fieles del Opus Dei.