Nunca dejes de trabajar en tu matrimonio

Emily Marcucci es de Massachusetts y graduada de Harvard. Está casada desde hace 15 años y tiene 8 hijos. En el artículo habla de sus desafíos y alegrías.

Cuéntanos un poco acerca de ti y de tu familia. ¿A qué se dedican tu esposo y tú?

Mi esposo Michael es abogado y yo permanezco en casa con nuestros ocho hijos: Madeline, de 14 años; John, 11; Theresa, 9; Josephine, 8; Anthony, 6; James y Thomas, que tienen 4, y Anne, de 11 meses.

Cuando Mike y tú estaban saliendo y conociéndose, ¿trataron el tema de iniciar una familia? ¿planeaban tener muchos hijos?

Mike y yo nos conocimos en la Universidad de Harvard y fuimos novios por seis meses antes de comprometernos. Mike me propuso matrimonio poco tiempo después de su graduación, y a mi aún me faltaba un año en la universidad. Tanto el corto periodo de noviazgo, como la edad que teníamos cuando nos comprometimos, nos pusieron en una categoría única en nuestra alma mater.

Durante nuestro noviazgo y compromiso hablamos sobre nuestro deseo mutuo de tener una familia numerosa. Yo crecí con diez hermanos y amaba el cariño y afecto que recibí de cada uno de ellos. Mike también creció en una familia unida: sus hermanas, sus padres y él son muy cercanos. Desde el día uno de nuestro matrimonio estábamos listos para recibir los niños que Dios nos enviara. Pero no es que nosotros hayamos planeado tener este número de hijos, sino que tenerlos era parte del plan de Dios, y nosotros estábamos abiertos.

El trabajo de los padres es guiar a sus hijos para que se conviertan en adultos responsables. Los padres están llamados a amar a cada hijo de manera incondicional y a ayudarlo a alcanzar todo su potencial.

Fue muy bueno hablar sobre familia y sobre nuestra confianza en Dios antes de comenzar nuestro matrimonio: comenzamos nuestra vida de casados en la misma página. En nuestro caso, Dios no esperó mucho para bendecirnos con niños. Madeline nació antes de nuestro primer aniversario de matrimonio, y quedé embarazada con nuestro segundo bebé cuando Madeline tenía 9 meses. ¡Estábamos muy emocionados! Madeline nos trajo mucha alegría, así que no podíamos esperar para conocer a nuestro segundo hijo. Sin embargo, en la semana 32, Phillip nació muerto. Estábamos devastados pero al final nuestro matrimonio se fortaleció. Y esa pena también nos abrió los ojos. Queríamos una familia grande, pero con esa pérdida nos dimos cuenta que cada hijo es un regalo especial de Dios y que nadie tiene garantizado el número de niños que quiere o que planea tener. Son milagros dados por Dios en Su tiempo. Después de perder a Philip, Mike y yo aún deseábamos una familia numerosa, pero empezamos a pensar sólo sobre cada niño conforme viniera, a agradecer los milagros que cada niño era y es… excepto cuando Dios nos envió gemelos, ¡entonces tuvimos que pensar en dos niños al mismo tiempo!

Según su propia experiencia, ¿cómo describirían el papel de los padres?

El trabajo de los padres es guiar a sus hijos para que se conviertan en adultos responsables. Los padres están llamados a amar a cada hijo de manera incondicional y a ayudarlo a alcanzar todo su potencial. Su papel, como padres, es enseñar a sus hijos qué está bien y qué está mal, y sobre todo ayudarlos en su camino al cielo.

Además, los padres deben amar y respetar la libertad de sus hijos. Este balance entre enseñar lo que está bien mientras se les permite cometer errores les da espacio para crecer en virtud y finalmente aprender cómo ser felices. Enseñar virtudes, o buenos hábitos, se hace mejor a través del ejemplo, entonces también es responsabilidad de los padres trabajar en sus propias virtudes humanas. De esta forma tratamos de mostrar que “obras son amores y no buenas razones", como diría san Josemaría. Tenemos esa y otras frases inspiradoras en el pizarrón blanco que funciona como la “lista de quehaceres" de nuestra familia.

En estos días, ocho hijos es mucho más de lo que tienen las parejas promedio. ¿Es difícil ser madre de tantos niños? ¿Cómo organizas tu casa?

Ser padre es un trabajo duro, sin importar si tienes un hijo o dieciséis. Entonces, para responder tu pregunta, SÍ, es ciertamente difícil ser madre de tantos, pero me gusta más usar la palabra “desafiante". Puede haber diferentes retos en criar un gran número de hijos frente a un número más pequeño, pero también hay beneficios. Más hijos significan que hay más gente que puede ayudar en la administración de la casa.

Hay algunos tips que he aprendido de otros padres, incluyendo los míos que tienen once hijos. En primer lugar es crucial que haya un espíritu de servicio para que todos sepan que juegan una parte en el cuidado de la casa y de todos sus integrantes. La lista de quehaceres establece lo que se espera que cada uno haga. Tenemos un pizarrón grande en la cocina que indica el horario del día y a quién le toca hacer qué. Tratamos de hacerlo divertido, ¿por qué no? En el verano hacemos que los niños se turnen para cocinar algo una vez a la semana. Juntamos a un hijo mayor con uno menor. Se emocionan mucho… Yo también lo disfruto: ¡significa una noche libre!

Fuera de películas como La novicia rebelde, hay pocos hogares numerosos que funcionen con precisión militar todo el tiempo. Siempre ayuda mantener el sentido del humor.

Ser padre de cualquier número de hijos es un reto porque cada uno es una obra en progreso, y algunos avanzan más que otros. Es fácil frustrarse con nuestros hijos de vez en cuando; con más hijos hay evidentemente más posibilidades de encontrar dificultades. Por esto es muy importante tener espíritu de mortificación y paciencia al organizar la casa. Fuera de películas como La novicia rebelde, hay pocos hogares numerosos que funcionen con precisión militar todo el tiempo. Siempre ayuda mantener el sentido del humor, especialmente durante los momentos difíciles.

Otro consejo para cualquier madre: una de mis amigas ha aprendido a “ganarle a sus hijos". Con lo que quiere decir que se despierta antes que todos, toma una taza de café, reza y planea su día. Yo pienso que este ritual matutino puede poner todo en perspectiva. A veces es difícil despertarse antes que los hijos, pero el esfuerzo extra ayuda a tener un mejor día.

El papa Francisco nos está pidiendo muchas oraciones por la familia y por el matrimonio. ¿Cuál piensas que es el mayor reto que está enfrentando la familia hoy?

Pienso que, al menos en los Estados Unidos, el mayor reto es el estilo de vida que está lleno de ocupaciones y que deja poco tiempo para la reflexión. Vamos de actividad en actividad, a veces a costa de la cena con la familia y sentarse a cenar con la familia es un tiempo especial de unión. Nuevamente, requiere mucho esfuerzo el coordinar los horarios de todos, pero estar juntos en la mesa nos da una oportunidad para disfrutar nuestra compañía y aprender unos de otros. A veces, durante la cena, jugamos Highs and Lows (“Altos y bajos"). Cada uno comparte sus momentos altos y bajos del día. Hasta el miembro más chico de la familia puede participar. Nuestra hija pequeña, Anne, se pone muy contenta cuando estamos todos sentados alrededor de la mesa. Su alegría es contagiosa.

¿Qué hacen para ayudar a sus hijos a abrazar la fe, aprender a rezar, desarrollar hábitos cristianos, etcétera?

Tratamos de integrar hábitos de fe a nuestra rutina diaria. Enseñamos a los niños a hacer su ofrecimiento del día, a bendecir los alimentos y a rezar antes de irse a dormir. Como están tejidos en el tapiz del día, se convierten en parte de la cultura católica de nuestra familia. Vamos a la misa del domingo como familia e intentamos ir a la adoración eucarística mensual de nuestra parroquia. Cuando es posible, llevo a los niños a misa también entre semana. Celebramos los días de fiesta de los santos de los nombres de los niños. También animamos a nuestros hijos a leer acerca de algunos de nuestros santos preferidos. ¡Entre los cumpleaños y las fiestas de los santos siempre hay razones para celebrar! Durante el adviento y la cuaresma tenemos algunas tradiciones que ayudan a los niños a preparar sus corazones durante este tiempo litúrgico. También tenemos una lista de personas por las que rezamos como familia: si un pariente está enfermo, si alguien está esperando un bebé… Todos estos hábitos de oración van sumando, y frecuentemente desencadenan buenos momentos para explicarles a los niños la fe en contexto. El objetivo es que estas cosas sean parte natural de nuestras vidas, no sólo algo que se hace los domingos o separado del resto de las cosas que hacemos.

¿Tienes algún consejo para los recién casados?

¡Sí! les diría que nunca dejen de luchar para hacer que su matrimonio sea mejor y más fuerte cada día. El matrimonio requiere una entrega total, pero a veces se necesita tiempo y esfuerzo –más tiempo y esfuerzo de lo que creen– para descubrir las mejores formas para entregarse generosamente al cónyuge. Estas formas pueden cambiar a lo largo del tiempo y conforme crecen los hijos. El encontrar formas para entregarse generosamente al otro debe ser una preocupación diaria.

Después de diez años de matrimonio, Mike y yo tomamos una clase llamada “Amor matrimonial". Gracias a ella conocimos a otros esposos que están comprometidos en la construcción de matrimonios fuertes. Uno de ellos nos enseñó un concepto que explica a la idea de trabajar a diario en el matrimonio. Lo llaman hacer una “DPA", o “Decisión para amar" a la otra persona todos los días a través de cosas pequeñas. No nos enamoramos sin nuestra voluntad e intelecto. Escogemos amar a una persona y podemos renovar esta decisión todos los días al elegir hacer actos pequeños de servicio para el otro. Por ejemplo, si es necesario sacar la basura, un marido puede tomar una DPA sacando la basura. Su esposa podría tomar una DPA y reparar la regadera sin pedirle al marido que él lo haga. Es muy divertido señalarle al cónyuge los DPAs del día… o amablemente pedirle algo como: “Cariño, ¿puedes tomar una DPA y traerme un vaso de agua fría?"