Álvaro del Portillo y la Ciudad de los Niños

Los santos lo son principalmente porque han vivido la caridad en grado heroico. En el caso de don Álvaro, son numerosas las manifestaciones de su amor a las personas más necesitadas.

En el centenario del nacimiento de Álvaro del Portillo, vale la pena destacar la figura de este obispo, sucesor del Fundador del Opus Dei, en concreto por el granito de arena con el que colaboró (y colabora desde el cielo) en el mejoramiento de la sociedad regiomontana.

En una ocasión San Josemaría le dijo a Álvaro del Portillo: "Hijo mío, ¡qué ganas tengo de ser santo y de haceros santos!". Por gracia de Dios, esta exclamación se ha hecho realidad.

Sabemos que la caridad, que es el amor a Dios y al prójimo, es la más alta virtud, pero también sabemos que es algo que se nota en la práctica con manifestaciones concretas; es decir, que la caridad sin obras es una falsedad, simplemente no existe.

Los santos lo son principalmente porque han vivido esta virtud en grado heroico, a imitación de Jesucristo. En el caso de don Álvaro, estas manifestaciones de su amor a las personas más necesitadas son numerosas.

Como Prelado del Opus Dei, estimuló el arranque de iniciativas educativas y sociales como el Centre Hospitalier Mokole (Kinshasa, Congo) o el Center for Industrial Technology and Enterprise (Cebú, Filipinas).

En las cercanías del D.F., bajo su aliento se fundó Educar, A.C (Valle de Chalco, Estado de México). Y en Zapopan se creó una escuela técnica llamada Jarales.

El caso de la Ciudad de los Niños es particular. En el municipio de Guadalupe, el Padre Carlos Álvarez, con el apoyo de amplios sectores de la sociedad regiomontana, inició esta gran obra asistencial y educativa en 1951.

A mediados de los años 80 (1986), esta institución pasó a recibir el influjo formativo del Opus Dei bajo el gobierno de don Álvaro del Portillo, quien personalmente alentó a que se cuidara allí de modo particular la formación de los padres de familia, la preceptoría con los alumnos, y la formación espiritual de todos.

Son consejos sencillos, y sin embargo de muy largo alcance, así como costosos de llevar a la práctica. Por este camino de educar integralmente, cuidando a la familia, se ha llegado a tener resultados enormemente alentadores, gracias a Dios.

Entre éstos se encuentra principalmente el alto índice de matrimonios que permanecen unidos (más del 90 por ciento). Esta formación la reciben los papás en las llamadas Escuela de Padres, con programas específicos adaptados a las problemáticas que viven y en instalaciones y horarios pensados para ellos.

Y por supuesto que todo esto ha desembocado en un mayor rendimiento académico de los alumnos. Muchos de ellos, cada año, reciben becas para estudiar en el Tecnológico de Monterrey, en la Universidad de Monterrey, en la UANL, e incluso en universidades extranjeras.

También en esta nueva etapa de la Ciudad de los Niños, se pensó en un centro médico que pudiera dar servicio no sólo a personas relacionas con la escuela, sino a la comunidad en general.

Nació entonces un servicio médico pequeño, que pronto se vio necesitado de ampliación y de más estructura. Y así, en 2002 abrió sus puertas la Unidad Médica Centenario, que ofrece atención médica (gratuita cuando no pueden pagar) a personas de las más variadas condiciones.

Ofrecen consultas en medicina general, pediatría, ginecología, odontología, etc. Esta Unidad ha desarrollado procesos para procurar una misión preventiva, incluso para detectar oportunamente algunos tipos de cáncer.

Por supuesto hay que decir que estos proyectos ambiciosos de ayuda a la sociedad no se pueden llevar a cabo sin la colaboración de mucha gente convencida de la trascendencia de la educación y de la solidaridad en general.

Estas ideas inspiradoras del próximo beato Álvaro del Portillo, en el caso de la Ciudad de los Niños, han sido bien acogidas y secundadas por los patronos de la institución y su Consejo de Administración, que actualmente preside Francisco Garza Zambrano.

Por último, vale la pena mencionar que está ya en marcha desde hace pocos años otro campus de la Ciudad de los Niños en el Topo Chico. Están funcionando actualmente en una casa con capacidad mediana, y ya se tienen el terreno y el proyecto para la construcción de la escuela definitiva.

Estoy seguro que la beatificación de don Álvaro del Portillo, el próximo 27 de septiembre, además de lo que supone para la Iglesia en general, será un aliciente más para quienes trabajan en la Ciudad de los Niños a todos los niveles.

Le podemos pedir al próximo beato que interceda para que haya muchas personas en este país que busquen sinceramente el bien de la sociedad y sepan poner por obra sus proyectos.

El autor es Vicario del Opus Dei en Monterrey

    Pbro. Carlos Núñez // El Norte