El ayate que cuenta una historia

«¿No estoy yo aquí que soy tu Madre? ¿Qué no estás en mi regazo?» Quizá sea el consuelo y la esperanza que se encuentran al oír estas palabras las que hacen de la Basílica de Guadalupe el santuario mariano más visitado del mundo. Miguel Ángel Collado, periodista, también se interesó por el significado de estas palabras, y descubrió en la tilma de san Juan Diego una historia apasionante.

Director de Noticieros Televisa en Guadalajara desde 1997 y con más de 20 años como titular del noticiero matutino de canal 4 en Guadalajara, Miguel Ángel Collado es un apasionado de la investigación. Por eso, cuando se le presentó la oportunidad de hacer un reportaje sobre la imagen de la Virgen de Guadalupe, rápidamente se vio envuelto en una historia que ha configurado la identidad de nuestro país durante cinco siglos.

El pasado jueves 3 de diciembre de 2020, Miguel Ángel compartió su experiencia a través del canal de YouTube de la Oficina de Información de la Prelatura del Opus Dei en México. Durante el encuentro repasó brevemente algunos de los enigmas en torno a la tilma de san Juan Diego, siguiendo el hilo del reportaje de Miguel Ángel.

¿Qué fue lo más sorprendente? Para algunos, quizá fue la relación que tiene la luna con nuestro país: la palabra México viene del Náhuatl y significa ombligo de la luna; con este dato en mente, es interesante que la Virgen de Guadalupe aparezca parada en el centro de la luna. Para otros, quizá lo más impresionante fue el descubrimiento de los detalles en los ojos de la Morenita, o conocer el atentado que sufrió en 1921.

Y es que la imagen de Guadalupe cuenta una historia: una Madre que conoce a sus hijos. Sabía que el pelo suelto hablaba de virginidad (las indígenas casadas se peinaban con trenzas), mientras que la cinta negra alrededor de su vientre indicaba su embarazo; sabía que el turquesa era el color propio de la realeza; conocía la importancia de Tonatiuh, el dios del sol, para los indígenas, y el significado de las figuras en su túnica para hablar de la salvación que llega a todos los pueblos.

Una Madre que conoce a sus hijos mexicanos: se muestra con el rostro inclinado, dando a entender que no viene a imponerse. Sus ojos son otro gran misterio para aquellos que los han estudiado: no solamente cumplen con las leyes Purkinje-Samson (hay un triple reflejo de los objetos “mirados” y las imágenes se distorsionan por la curvatura de las córneas), sino que incluso muestran el reflejo de trece figuras.

Otro elemento asombroso está en el manto de la Virgen: en él se hallan impresas cuarenta y seis estrellas, asimétricamente distribuidas. Su estudio permitió descubrir que las estrellas forman las constelaciones que adornaban el cielo mexicano la mañana del 12 de diciembre de 1531.

Para los indígenas, la imagen fue un verdadero códice. La imagen de la Virgen de Guadalupe es una historia rica en detalles de cariño; casi parece un libro abierto, escrito para “sus hijos más pequeños”. Habla de la unidad de dos pueblos, impresa en todo el ayate. La Virgen aparece con las manos unidas en oración, según la tradición occidental, al mismo tiempo que aparece con la rodilla izquierda flexionada, como si bailara: los indígenas solían danzar para orar.

«Podríamos seguir hablando de esto mucho tiempo», afirmó Miguel Ángel Collado con una sonrisa. El sencillo ayate de san Juan Diego cuenta una historia interminable, una historia enraizada en la identidad de México, y que nos asegura que la Virgen conoce a sus hijos mexicanos. ¿Acaso no estará aquí siempre, que es nuestra Madre?