El mundo espera respuestas

Tere Espín de Ruiz, supernumeraria, da clases de filosofía y religión en Aguascalientes. Sabe que la enseñanza le permite tocar el alma de sus alumnas y por eso se esfuerza en prepararlas para que enfrenten un mundo sediento de verdad.

Las materias que impartes podrían parecer complicadas, ¿qué proyectos has impulsado en tus clases?

En el Centro Escolar Triana hemos hecho de todo porque nos planteamos las clases de religión como una oportunidad para que las niñas tengan un encuentro personal con Jesús. Los temarios de cada año abren diferentes caminos para alcanzar ese objetivo. Una cosa es cuando te toca impartir Moral y otra cuando tienes que explicar la Historia de la Iglesia o Apologética.

En los dos años que llevo en el colegio también hemos procurado que se conozca mejor a san Josemaría y al beato Álvaro. De ese empeño del equipo de formación han resultado iniciativas con notable participación de las alumnas.

El primer gran proyecto surgió para celebrar el 14 de febrero. Se nos ocurrió hacer una “Feria de san Josemaría”. Empezamos a trabajar desde muchos meses antes, y fue muy bonito porque se explicaron muchas cosas: el espíritu de la Obra, la vida de san Josemaría, la expansión del Opus Dei… A cada equipo de alumnas de la Preparatoria le tocó un tema y tuvieron que montar un puesto para explicarlo a las niñas de Primaria. Fue muy bueno para dar a conocer distintos aspectos de la Obra, pero también para entender dos cosas muy importantes: el trabajar para los demás y qué significa trabajar bien.

Y pensando en don Álvaro y en cómo preparar la beatificación, pensamos en otro proyecto para compartir con todo el colegio: “La manta de don Álvaro”. Hicimos un montaje sobre una gran lona y pusimos un mapa de América, centrándonos en México, y un mapa de Europa, con énfasis en Madrid y Roma. Esa lona se dividió en muchos cuadros numerados, y además se hizo otra lona, que iba a ir encima, con la imagen de don Álvaro, que también se cortó en varios pedazos. Se trataba de rellenar la lona de los mapas como si fuera un rompecabezas, y cada una de las piezas era una oración de alguien con la estampa de don Álvaro. A las niñas se les explicó que queríamos llenar la lona antes de que empezara la ceremonia de la beatificación. Fue muy emocionante. También fue una manera muy simpática y divertida de propiciar la devoción al sucesor de san Josemaría, que era lo que queríamos.

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