Hecha por Dios

Algunos cambios radicales en su vida, llevaron a Paz Bautista, supernumeraria, a pensar en hacerse un tatuaje muy particular… Además, descubrió que si pones el amor a Dios al principio de todo, una vida llena de ceros se convierte en un número muy grande.

Soy Paz Bautista y mi historia es un poco extraña, pero bonita. Yo era una persona, como muchas, que trabajaba y trabajaba y trabajaba… La verdad era un poco adicta al trabajo. Todos los días hacía cosas y me esforzaba, pero me daba cuenta que caía en un hoyo, un vacío, un cansancio. Ese esfuerzo me llevaba a la nada o hacia algún destino equivocado.

Conocí a una supernumeraria, nos hicimos amigas y me invitó a medios de formación. ¡La verdad es que empecé a ir para que me dejara de invitar! Poco a poco me fui dando cuenta qué era el Opus Dei y cómo ayudaba a las personas a acercarse a Dios, sin sacar a nadie de su entorno. Yo estaba muy alejada de Dios; no era una persona mala, pero sí llevaba una vida cómoda, sin embargo –insisto- notaba que no era una persona feliz, vivía cansada y en un vacío profundo. Esta supernumeraria, junto con otras personas, rezaba mucho por mí.

Yo seguía yendo a los medios de formación, y un día Dios tocó mi corazón. Es difícil explicarlo pero descubrí que Él es nuestro creador, y que nos quiere así como nos creó. Y no sólo es que así nos quiera, sino que cuenta con nuestros defectos, con nuestras circunstancias. Antes, mis ocupaciones, preocupaciones y esfuerzos sumaban sólo ceros, pero cuando puse a Dios al principio de todo, esos ceros adquirieron un significado muy grande. Al darme cuenta que Dios me quería, mi vida empezó a cambiar de forma positiva. El darme cuenta que había un ser maravilloso que me quería como soy, me transformó. ¿Cómo no responder a ese amor? Todo esto te llena el corazón y te enciende el alma.

Cuando descubrí todo esto, y el gran amor que Dios tiene por nosotros, me dieron ganas de hacerme un tatuaje, pero como me da mucho miedo el dolor, no lo hice. Ese tatuaje habría dicho: “Hecha por Dios”. Me lo quería hacer para que nunca se me olvidara el día que Dios tocó mi corazón y transformó mi vida. Pero en lugar de tatuarme, me di cuenta que Él ya nos había dejado un recordatorio: la cruz, que significa todo el amor que nos tiene.

Poco a poco mi vida ha ido mejorando. Ahora soy una mujer feliz. Cumplir los planes de Dios es lo que te hace feliz. Y la Obra me ha dado eso: la paz y tranquilidad del encuentro con Dios. Otra de las cosas maravillosas que me ha dado es el hacerme consciente de que haciendo lo que más me gusta, que es trabajar, puedo llegar al cielo. Y creo que eso es increíble.