El 21 de Junio, en la ciudad de Cuernavaca se celebró la Santa Misa de San Josemaría en la capilla de Tabachines, a la que acudieron familiares y amigos de las personas que asisten a los medios de formación en esa capital. Muchas personas pudieron acercarse al sacramento de la confesión y la comunión con motivo de la fiesta. Al terminar la celebración la soprano que acompañó la celebración cantó el Ave Maria de Shubert, recordando así, la devoción del santo hacia la Santísima Virgen.
El sábado 23 de junio Mons. Rosendo Huesca Pacheco, Arzobispo de Puebla, presidió una solemne eucaristía en la Basílica de Guadalupe.
Durante su homilía, Mons. Huesca hizo notar la actualidad que tienen las enseñanzas de San Josemaría respecto a la devoción a la sagrada Eucaristía. Fue glosando algunas frases del Santo, recogidas en sus homilías eucarísticas, a la luz del magisterio del Santo Padre Benedicto XVI. Hizo hincapié en el amor que el santo fundador tuvo, durante toda su vida, al sacrificio del Altar. Finalmente, exhortó a los asistentes para que, al igual que san Josemaría, fueran almas profundamente eucarísticas. Al termino de la ceremonia, el Vicario Regional del Opus Dei en México; Mons. Francisco Ugarte, agradeció la presencia de Mons. Rosendo Huesca e invitó a los asistentes a corresponder al amor de Dios que se entrega a los hombres todos los días en la santa Misa.
En el extremo norte de México, cercano a la frontera con los Estados Unidos, en la Ciudad de Mexicali, la fiesta de San Josemaría también fue motivo para reunir a un buen número de familias que tienen devoción al fundador del Opus Dei. El recogimiento de los asistentes durante la santa misa, los cantos litúrgicos y otros pequeños detalles como las flores, dejaban ver, de manera sencilla, el cariño y veneración hacia Jesús sacramentado que San Josemaría predicó durante su vida.
El mismo 26 de junio mucha gente pudo asistir a las Misas que se celebraron con más solemnidad -a las 12 y 19 horas- en las instalaciones provisionales de la iglesia que se construye en Santa Fe (Ciudad de México), dedicada a San Josemaría Escrivá. La figura de San Josemaría como "el santo de lo ordinario", en expresión de Juan Pablo II, y la santificación del trabajo, fueron los temas fundamentales de las homilías de ese día.