Lo valiente no quita lo caballeroso

Sin duda, a Tirso Contreras le apasiona su trabajo como guardia de seguridad y paramédico, pero cuando se trata de descubrir aquello que transformó su vida hay que escucharlo hablar de su familia, en especial de Lupita, su hija.

Tirso, ¿cuál es tu trabajo?

Llevo 10 años trabajando en la Universidad Panamericana de Aguascalientes. Mi trabajo principal es coordinar a todos los guardias de seguridad y cuidar los bienes de la universidad. También trabajo como paramédico.

¿Cómo se puede ser exigente y amable a la vez?

Nuestros jefes nos han pedido que seamos amables con toda la gente; como dice el dicho: lo valiente no quita lo caballeroso. Claro, exigimos lo que necesitamos exigir, pero lo hacemos amablemente. Yo les he transmitido eso a mis compañeros , porque a mí me lo han inculcado aquí. Tengo 25 años trabajando en seguridad, pero hasta que llegué a la universidad empecé a vivir esta actitud. Y me parece muy bien trabajar así porque además, veo que así la gente hace con más gusto su trabajo.

¿Qué te motiva a llevar ya más de diez años en la universidad?

Principalmente, yo creo que fue la forma de ser de todas las personas. Uno siente un carisma, algo positivo. Los licenciados me dicen: “buenos días, Tirso", nos tratan por nuestros nombres, y siempre con amabilidad y con una sonrisa. Es un ambiente de trabajo muy bonito. Tengo diez años trabajando aquí y el tiempo se me ha pasado rapidísimo. Me siento muy a gusto y me voy a quedar hasta que Dios diga.

La verdad es que todos los días le doy gracias a Dios porque tengo este trabajo. Siento que Él es el mero bueno de todo.

Un supervisor de vigilancia tiene mucho trabajo, pero tú, además, te animaste a ser paramédico.

En el radio escuché un anuncio de la Cruz Roja sobre un curso de primeros auxilios. A mí siempre me ha gustado ayudar a las personas, entonces le dije a mi jefe: “yo quiero estudiar para primeros auxilios en la Cruz Roja". Me dijo que podía hacerlo, así que fui, pero resultó que el curso no era de primeros auxilios, sino de paramédico, era algo más avanzado. Todo se conjugó porque, al mismo tiempo, nos dimos cuenta de que era necesario que hubiera alguien aquí para atender a los alumnos. Ahí nació esa inquietud, y me gustó ser paramédico. Ahora sigo siendo voluntario de la Cruz Roja. Mis jefes también me apoyaron para que cursara una carrera que se llama técnico superior universitario paramédico, en la Universidad Tecnológica de Aguascalientes. Ahora ya terminé, pero pienso seguir la licenciatura en protección civil y emergencias. Mi vida ha cambiado radicalmente gracias a esta universidad, y al Opus Dei, porque todo viene de ahí.

¿Cómo vivieron el tiempo de espera de Lupita?

Se nos hizo muy largo, fue mucho tiempo. A veces nos desesperábamos, pero pensábamos que si ya habíamos esperado 15 años, podíamos esperar un poco más. De VIFAC nos invitaron a cursos para ser buenos padres, y eso nos hacía sentir bien porque sabíamos que nos estábamos preparando.

Un día por fin me hablaron y me dijeron: “Tirso, ya nació tu niña. Mañana la vas a recoger". Yo no lo podía creer, fue una experiencia muy emocionante. Mi esposa tampoco podía creerlo. Esa tarde tuvimos que ir a comprar pañales, leche, ropa…todo en esa misma tarde.

¿Y que sintieron cuando la recibieron?

Pues pensaba: “esta es mi hija". Y desde que estaba chica yo sabía que iba a hacer todo lo posible por defenderla a costa de todo y contra todo. Yo siento que he cumplido como padre porque cambié totalmente: antes yo no pensaba en las otras personas, ni siquiera en mi esposa, y ahora ya no es así porque pienso en ella y en mi hija; dejé el beisbol, dejé de irme con mis amigos. Me siento muy a gusto estando en familia, siento que estoy completo ahí.

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